Desde el fondo más lejano de la mente
- Leishka Quiñones Figueroa
- Mar 9, 2017
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Llegaron siluetas de ángeles caídos,
Y comenzaron a cantar sonetos a mi oído
Que llenaban de vacío el subconsciente olvidado por el sueño.
Cayeron memorias oscuras como la noche,
Que traían a la mente secretos escondidos,
Que en el corazón enterraban espadas filosas y brillantes,
Como fantasmas dispuestos a plasmarse eternamente.
Entonces la ansiedad me consumió,
Los gritos fluyeron como las olas del mar,
Y constantes y continuos,
aumentaron y cedieron,
Cuando el agua comenzó a caer por los canales del rio.
Me habían desbordado las ilusiones pasadas,
Que se rieron de la ingenuidad de fantasías creadas,
Pero flui como el aire frío entre las montañas de invierno,
Volví a vivir felicidades viejas y llenas de polvo.
Y es mi deber confesar que,
No siempre estuve flotando sobre la niebla espesa del recuerdo,
También me hundía en la tormenta de las penas,
Socavando las miradas de caminos conocidos,
Hasta que al fin recordé que el ático denso hacía su trabajo.
Porque perder tiempos en la orilla,
Si puedo ser parte de tesoros escondidos.
Porque limitarme a los colores de ese horizonte
Si hay más allá cuando vives lo prohibido.
Que el extenso camino conocido que pintaba tonos de días nublados,
Podría apoderarse de mi psiquis eternamente,
Que la vida es vida por creaciones y fantasías,
Y el dominio del arte de superar mundos nuevos.
Y porque perder el tiempo con lo mismo,
Si lo que paso, pasó porque el destino se impuso en la historia,
Que sempiterno en la vida es lo que está de moda
Y ahora es que viene el placer.
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